El Poderoso Clan Moulder

Started by Shandalar, September 23, 2016, 00:15:35 AM

Previous topic - Next topic

Shandalar

La niebla se arremolinaba alrededor de un viejo árbol en el distrito de los Mercaderes de Mordheim. Un analista fino observaría como unos cuantos cadáveres se hallaban esparcidos alrededor del árbol, sujetos por unas raíces retorcidas. Si el analista se fijara aun más en detalle, vería como las irregularidades de la corteza el árbol parecían formar unos ojos y boca de aspecto siniestro, esperando nuevas víctimas a las que atrapar. Y hoy parecía que podía ser una de esas ocasiones.

"¡Adelante, solo queda uno a la izquierda! ¡A por él, a por él!" , gritó un enorme Skaven de piel pálida armado con un largo palo acabado en una especie de pinza llena de pinchos y un grueso látigo lleno de muchas más púas de las necesarias.

El vampiro permaneció erguido en el centro de la derruida plazoleta, escudriñando sus alrededores con frialdad. Mantenía la espada relajada y goteando sangre en su mano embutida en un guantelete acorazado. En el lugar había una banda de Skavens con sus bestias de guerra, los Moulder.

Enormes ratas del tamaño de lobos se lanzaron a la carga. Eran criaturas deformes fruto de innumerables y terribles experimentos, y a través de su piel mate podían distinguirse sus protuberantes espinas dorsales. Algunas de estas alimañas gigantes poseían múltiples brazos encajados toscamente en sus torsos y largas garras de metal unidas a sus zarpas. Una de ellas tenía la mitad de su amenazador rostro deformado, otra tenía una enorme cola escamosa que rezumaba un oscuro y nauseabundo líquido. El vampiro frunció el ceño mientras observaba a otra aberración mutante que se lanzaba sobre él. El cuerpo de una de las ratas gigantes llevaba toscamente cosida una cabeza humana. La cara estaba retorcida y farfullaba incontrolablemente con su hinchada lengua colgando de su boca abierta. Un Skaven con un casquete de cuero típico de su raza levantó un látigo con púas y golpeó con él a sus ratas gigantes. Las púas se clavaron en el lomo de los monstruosos roedores, que se lanzaron hacia delante por la plazoleta presos de una furia frenética.

Ante este salvaje ataque que unía potencia y habilidad, el guerrero no muerto lanzó cuchilladas atravesando piel, carne y huesos. Los cadáveres se apilaban alrededor del miembro del Clan Dragón Sangriento, pero su cuerpo no muerto no evidenciaba señal alguna de fatiga. Sintió que un latigazo le alcanzaba el brazo. Con un gruñido, tiró del látigo con una fuerza brutal que pilló desprevenido y arrastró al Skaven que lo empuñaba hasta él. El Señor de las Bestias murió escupiendo sangre al ser empalado por la espada del Dragón Sangriento.

De nuevo, los Skavens se retiraron para no ponerse al alcance del mortífero caballero, y también cuidándose de no alejarse demasiado de sus compañeros ni internarse en algún edificio, pues por todos es sabido que en cualquier momento algo puede aparecer de entre las sombras de esa ciudad maldita. Algunos aplastaron los huesos que había bajo sus patas, restos de antiguos hombres de armas que, por fin, habían liberado sus espíritus después de siglos de servidumbre.

Al comprobar que un Skaven de piel pálida, que parecía ser el líder, se dirigía hacia la retaguardia dirigiendo a las criaturas que había a su alrededor mediante un látigo y sin parar de pegar gritos, el vampiro elevó su espada apuntando en su dirección y con la muerte escrita en sus ojos. Había visto al último de sus compañeros caer presa de aquellas horribles criaturas y su vida inmortal extinguida para siempre. No le pasaría a él. Su voz resonó siniestra a través de las ruinas de la Ciudad de los Perdidos.

"¡Te desafío! ¡Adelántate, criatura, y sentirás el sabor de mi acero en combate!"

El Maestro Moulder observó a la figura acorazada con ojos sorprendidos. El caballero vampiro irradiaba un aura de fuerza y energía. Su esbelta figura estaba totalmente cubierta de sangre. El Skaven jugó nerviosamente con el látigo entre sus dedos, sintiendo que los ojos de sus compañeros se posaban sobre él en espera de su reacción. El silencio reinó en la plazoleta del Barrio de los Mercaderes y el hombre rata no pudo sino encogerse de hombros ante la fulminante mirada del inmortal.

Una chispa de ferocidad se encendió de repente en los ojos del líder Skaven, que miró fijamente a su enemigo. Mientras volvía la cabeza, el Maestro Moulder musitó algo en su horrible lenguaje a la oscuridad que se cernía tras él. Tres figuras gigantescas se adelantaron hasta que fueron visibles bajo la pálida luz de la luna que bañaba la plaza mientras flexionaban y ejercitaban los enormes músculos de sus hombros. Las Ratas Ogro abrieron la boca para mostrar sus inmensos y podridos colmillos. Puntos de sutura cubrían toscamente sus cuerpos. Algunas zonas de carne tenían escamas; otras, piel. En definitiva, constituían la imagen de una parcheada monstruosidad de pesadilla. Una de las bestias presentaba placas de metal oxidado que se hundían en su carne y una espesa cortina de babas colgaba de su enorme mandíbula. Otra tenía tres brazos anormalmente grandes llenos de suturas, tanto que parecía que iban a estallar. La última de ellas tenía el antebrazo amputado y en su lugar se encontraba una enorme cuchilla sujetada por un vendaje empapado en sangre. En lugar de ojos, en sus cuencas brillaban dos esferas de piedra bruja que le habían producido ampollas y le hacían llorar incontrolablemente. Los ojos de las otras dos criaturas eran pequeños y emitían destellos de color rojo, pero carecían del más mínimo atisbo de inteligencia; solo mostraban una especie de furia contenida.

El Maestro Moulder tiró con fuerza de la pesada cadena que rodeaba el cuello de una de las bestias. La criatura mutada gruñó peligrosamente y el Skaven elevó su mano llena de cicatrices y apuntó con ella al vampiro. Las tres Ratas Ogro miraron en la dirección indicada por el hombre rata hacia la figura desafiante; sus gruñidos resonaban cada vez más profundos en sus gigantescos pechos. Se adelantaron un paso y encogieron un poco, como un animal salvaje a punto de saltar hacia su presa.

"¿Desafías al poderoso Clan Moulder, cosa-muerta? Acepto tu desafío"

Los tres monstruos se precipitaron hacia delante a una velocidad impensable teniendo en cuenta lo enormes que eran. Se movieron hasta situarse delante del Dragón Sangriento, que permanecía en una actitud relajada fruto de su plena confianza en sus habilidades marciales.

El vampiro se adelantó para enfrentarse a las Ratas Ogro; se inclinó para dar un golpe bajo con una velocidad sobrenatural y propinó un fortísimo espadazo en el estómago de una de las criaturas. Ésta emitió un rugido, mezcla de dolor y furia, y su sangre comenzó a cubrir el suelo. Finalmente, se arrodilló mientras la sangre seguía saliendo de la herida a borbotones. Un enorme puño se dirigió hacia el Dragón Sangriento, que bajó su arma con una fuerza antinatural en espera del ataque. El enorme brazo de la criatura recibió el golpe y la Rata Ogro gritó de dolor. Con un movimiento rápido, el caballero cogió su espada y la elevó para propinar a la bestia otro golpe en la garganta, con una fuerza tal que la espada salió por la nuca de la bestia. La monstruosa tercera criatura agarró a su adversario con sus garras de casi un pie de largo por la hombrera de su ornamentada armadura y lo arrojó de un golpe a través de la plaza. El vampiro se estrelló contra la entrada de una taberna en ruinas, un choque brutal que habría triturado los huesos de cualquier mortal.

El caballero no muerto se levantó encogido; su rostro se retorció en un gruñido atroz y su largo cabello quedó colgándole ante los ojos. Mientras tanto la Rata Ogro con ojos de piedra bruja se abalanzó hacia él, ante lo que el vampiro saltó sobre el enorme monstruo y, a la par que caía, le rodeó con las manos su grueso cuello.

El Caballero de la Orden del Dragón Sangriento clavó sus afilados caninos en el cuello de la criatura y desgarró ferozmente su garganta de una brutal dentellada. El monstruo cayó a tierra pesadamente y el vampiro se volvió hacia el líder de la banda Skaven mientras un manantial de sangre oscura brotaba de sus labios. El corazón del Skaven empezó a latir apresuradamente y, frenético, empezó a retroceder entre su banda en un intento de poner entre él y el vengativo no muerto a tantos de sus servidores como le fuera posible. Mientras, el discípulo de Abhorash había recogido su espada y se dirigía con calma hacia donde se encontraba el Maestro Moulder.

Una figura gigantesca apareció detrás del vampiro. Una enorme mano con garras afiladas se cerró alrededor de la cabeza del caballero y lo elevó en el aire. Con un rugido gutural, la Rata Ogro aplastó la cabeza del vampiro contra el suelo en un alarde de fuerza bruta, y repitió la misma operación una y otra vez hasta que la cabeza quedó reducida a una masa informe y sangrienta, para finalmente convertirse en un montón de polvo junto con el resto del cuerpo.

La Rata Ogro cayó arrodillada notando su debilidad tras la brutal dentellada que le había dado el vampiro, mientras la banda Skaven se apresuraba a meterse en la derruida fuente llena de fragmentos de piedra bruja que la banda del caballero no muerto había encontrado justo antes que ellos. El líder Skaven se giró hacia un subordinado y apuntó en dirección a la criatura agonizante.

"¡Llevadla a las jaulas, rápido-rápido! ¡Este ejemplar promete!"

Rhisthel

Muy buena. A ver si la puedo poner en la propia banda :D

Que conste que yo iba con el vampiro xD

Anselmo el Setas

Me encanta la ambientación, la atención a los detalles le da el puntazo