Pelea por Delante

Started by Shandalar, November 29, 2017, 02:06:10 AM

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Shandalar

Ruglud hizo añicos al esqueleto acorazado con un único golpe de una de sus rebanadoraz. El no muerto debía de ser algún tipo de jefecillo, puesto que su antigua armadura élfica parecía tener emblemas heráldicos y su calavera la remataba un casco emplumado, aunque el adorno estaba viejo y decrépito. El Orco Negro giró su cabeza para enfrentarse a otros dos esqueletos de aspecto andrajoso que acompañaban al de la armadura pesada. Era la tercera vez que mataba a esos esqueletos. La tercera vez.

Cada vez que acababa con uno, éste se recomponía una vez más de la fina neblina que cubría el suelo mientras despachaba a su compañero. Esos malditos esqueletos no paraban de resucitar, y aunque eran torpes y enclenques los largos años de batallas a las espaldas de Ruglud le habían hecho detectar el sutil aura negra que rodeaba sus armas oxidadas. Nada bueno podía salir de recibir aunque fuera el roce de aquellos filos, por lo que no podía bajar la guardia aunque fueran unos debiluchos.

El Orco Negro apartó las puntas de las armas de los esqueletos con sus rebanadoras con un hábil giro de muñecas y lanzó un golpe a cada uno a la vez. Astillas de hueso saltaron por los aires cuando los Muertos Penitentes recibieron el brutal impacto que los volvió a mandar al suelo una vez más, esta vez a ambos a la vez. Ruglud esperó unos instantes en guardia, pero vio que esta vez los fragmentos de hueso no volvían a recomponerse. No entendía muy bien el motivo, quizá por la descomunal fuerza con la que los golpeó o quizá por acabar con ambos al mismo tiempo, pero esta vez no se volvían a levantar. Volvió su vista hacia el callejón que llevaba hacia la guarida del Troll mutante, pero la niebla que cubría el lugar no le dejaba ver el fondo de la calle. Lo que sí podía era oír el fragor de la batalla en todas direcciones entre las húmedas y sombrías ruinas.

Ruglud avanzó y a los pocos pasos vislumbró como Gurzuk desde el alto de una ventana atravesaba de un certero disparo de su ballesta el cráneo de un esqueleto con armadura pesada, pero al no muerto pareció no importarle demasiado y siguió avanzando imperturbablemente. La banda de Orcos Negros despedazaba a los esqueletos, pero muchos de ellos se recomponían casi con la misma velocidad. Una flecha negra cruzó la calle y casi le impacta. Parecía que a esos esqueletos la niebla no les importaba mucho a la hora de disparar.

Los Chikoz de Morglum habían acudido a la zona cerca del Pozo después de recibir una información fiable (tan fiable que al que se lo sacaron contó lo mismo las 5 veces que le patearon) de que un enorme Troll había hecho su guarida en la zona, junto a un enorme meteorito de piedra bruja. Habían machacado a una banda de zonrozaoz vestidos muy finos en el trayecto, pero no se esperaban encontrar con la feroz resistencia de aquellos no muertos. No veía a ningún nigromante ni chupazangrez, lo que le pareció extraño. No había más adversarios que esqueletos de aspecto viejo equipados de diferente manera y en mejor o peor estado, y sin ver al que los animaba había que acabar con ellos hasta el último. Pero esos malditos no paraban de recomponerse después de derrotarlos, lo que hacía imposible a los Orcos Negros avanzar. Algo que mosqueaba a Ruglud era que veía algunos esqueletos que claramente no eran humanos, como alguno bajito acorazado que recordaba a un Enano, o alguno con cuernos que recordaba a un Hombre Bestia, incluso alguno que parecía la frágil figura de un Elfo, como el oficial que había matado antes. Había luchado muchas veces contra los No Muertos y nunca había visto tal variedad de razas esqueléticas juntas.

Ruglud oyó los salvajes gruñidos de Orzuk. Vio al enorme Orco Negro luchar contra tres adversarios, pero uno de ellos no era como los demás. Ese esqueleto tenía un aspecto mucho más siniestro, su armadura era mejor y empuñaba una alabarda antigua pero de gran calidad. Un Orco Negro sabía reconocer un buen trabajo solo con verlo si se habla de armas o armaduras. Orzuk partió en dos a uno de los esqueletos acorazados con cascos al estilo de los humanos que habitan Estalia de un único tajo de su Zúper Rebanadora. El otro esqueleto y el de aspecto siniestro atacaron a la vez, pero fueron rechazados por la gran habilidad del Orco Negro. Orzuk empuño de nuevo su arma y trazó un brutal arco que partió los brazos del otro esqueleto, pero el de la alabarda detuvo el golpe con el filo de su hoja demostrando una fuerza impensable para un saco de huesos. Eso terminó de convencer a Ruglud de que no se trataba de un esqueleto más, mientras seguía corriendo hacia el fondo de la calle donde debía de estar el jefe de la banda, Morglum, junto a la guarida del Troll.

Orzuk destrozó al esqueleto sin brazos de una sola patada de sus botas acorazadas mientras forcejeaba con el esqueleto siniestro y consiguió empujarlo hacia atrás y liberar el arma. El Orco Negro emitió un brutal gruñido y empuñó de nuevo su gigantesca rebanadora directamente contra la cabeza de su adversario, pero el Guardia de Pesadilla esquivó el ataque con una velocidad inesperada. El guerrero no muerto fintó al Orco Negro y descargó un tajo de su alabarda maldita contra el costado del pielverde. La alabarda atravesó armadura y carne en un brutal corte que seccionó hasta la mitad del abdomen. Orzuk puso una cara de sorpresa mientras la vida se le escapaba a borbotones de sangre verde frente a un enemigo al que había subestimado. Mientras que el cuerpo sin vida caía al suelo, Ruglud contempló algo que le horrorizó y fascinó a la vez: la piel de Orzuk empezó a marchitarse a gran velocidad dejando adivinar su constitución ósea. Sus poderosos músculos se deshicieron y los ojos se le pudrieron en sus cuencas. Sus brutales gruñidos murieron en una garganta que se convertía en polvo. Apenas unos segundos después, el Orco Negro Grandote caído ya estaba de nuevo en pie, ahora con una completa ausencia de carne sobre su cuerpo esquelético. Asiendo su Zúper Rebanadora con sus dedos huesudos, el recién alzado nuevo miembro de la banda no muerta se encaminó a atacar a tres de sus antiguos camaradas que resistían espalda contra espalda frente a una horda de esqueletos acorazados armados con espadas y picas a su alrededor.

Ruglud empezó a entender muchas de sus dudas rápidamente. Las cosas se iban a poner feas para la banda de Orcos Negros si los caídos se transformaban en no muertos en cuestión de segundos. Tenía que encontrar a Morglum, y tenía que encontrarle ya. 

El sonido de una flecha a sus espaldas le sacó de sus pensamientos. El Orco Negro se lanzó hacia la izquierda instintivamente. Un virote de ballesta se clavó en el suelo a escasa distancia de él. El idiota de Gurzuk casi le había matado. Se dió la vuelta para insultarle, pero cuando iba a decir su nombre vio que el ballestero orco le miraba con su sonriente calavera. Una flecha negra asomaba clavada en el cráneo del orco esqueleto, que estaba recargando su ballesta para volver a disparar otra vez.

Ruglud maldijo en alto y corrió hacia el fondo de la calle. Ahora tenían enemigos hasta en la retaguardia. Corrió con un movimiento zigzagueante para evitar que el ballestero caído pudiera acertarle. Según avanzó por la calle, vio como la lucha seguía. Los Orcos Negros contaban con una inferioridad numérica aplastante, aunque por supuesto su habilidad superaba enormemente a sus enemigos. 

Un esqueleto se interpuso en su camino. Era una figura acorazada y achaparrada que llevaba un hacha a dos manos. Sobre su cráneo llevaba un elaborado y alto casco que en su momento debió de ser una buena pieza de artesanía. El Orco Negro se lanzó contra el Enano del Caos esquelético con un rugido salvaje. El lento esqueleto apenas tuvo tiempo para mover su arma; esquirlas de hueso saltaron por los aires cuando calavera y costillas fueron machacadas con una fuerza salvaje que hizo volar al no muerto varios metros hacia atrás ante la brutal carga del Orco Negro.

Desde ahí podía vislumbrar el fondo de la calle, donde vio a Morglum luchar contra un esqueleto equipado con una coraza y casco de aspecto estaliano, escudo y una espada que a todas luces era mágica, justo a la entrada de una enorme mansión derruida en la que se veía un túnel que descendía. Los líderes Orco Negro y No Muerto estaban llevando un épico combate, algo que en principio parecería impensable teniendo en cuenta el tamaño del orco frente al del esqueleto acorazado. La Zakatripaz "mejorada" de Morglum chocaba frente al arma maldita del capitán esqueleto mientras intercambiaban golpes sin parar y sin ser capaces de romper las defensas del otro. El Jefe Orco Negro trazó un arco brutal de arriba a abajo que fue detenido por el antiguo escudo del esqueleto, que demostró una fortaleza sobrenatural al aguantar semejante descarga de salvajismo puro. El no muerto aprovechó que tenía bloqueada el arma de su adversario sin que éste se lo esperara y le atacó desde abajo. De un solo golpe, le atravesó el kubrepiñoz. En un instante, la carne verde oscura visible desapareció para dejar tan solo una calavera vacía y una armadura sin vida allí donde había habido un poderoso guerrero escasos momentos antes. Una chispa de conciencia brilló brevemente en las cuencas del capitán no muerto al observar a su enemigo caído; el profundo dolor anhelante de un alma atrapada por toda la eternidad.

Ruglud se quedó momentáneamente atolondrado ante la inaudita escena de la derrota de Morglum, un poderoso Jefe que había derrotado a todo tipo de rivales terribles, ante un enclenque esqueleto. Pero no tuvo mucho tiempo para estarlo, puesto que de la mansión en ruinas surgió un atronador y desafiante rugido que retumbó por toda la calle. El capitán esqueleto giró la cabeza para observar a la monstruosidad que iba a salir de su guarida.

Ruglud agarró con fuerza sus armas mientras en su cara aparecía una leve mueca de una sonrisa, si es que un Orco Negro puede sonreír. Sí, aun quedaba mucha pelea por delante. Y eso le gustaba.

Anselmo el Setas

Deberías poner que está basado en hechos reales xD

Ay, cuando pienso en la primera vez que probamos la banda me vienen a la cabeza los típicos flashbacks de la guerra de Vietnam.

Coñas aparte, muy logrado el relato, creo que captura muy bien la esencia de las dos bandas. Aunque sí que se hecha en falta al troll mutante por algún lado (aunque no sé si planeas hacer una segunda parte), lo que yo imaginaba que iba a pasar es que la Mole Desenterrada se lo iba a zampar o algo así.

Shandalar

#2
Pensaba continuarlo, pero entonces quedaba ya un relato demasiado largo. Creo que mola más así, con un final abierto en la que cada uno se puede imaginar lo que quiera, solo que hay una banda de Orcos Negros que acaba de perder a su jefe partiéndose la cara con una de la Legión Maldita y un Troll mutante con un perfil de atributos lleno de 6s y mutaciones que va a salir a buscar jaleo, xD

Rhisthel

Me ha recordado a la compañía maldita xD Me gusta!

Shandalar

La inspiración de la banda, xD

Tu el final lo ves bien o eres de la opinión de Anselmo?

Rhisthel

A mi me gusta ese final, la verdad. Quizás veo demasiados nombres orcos, pero bueno xD

Shandalar

xD, es que quería resaltar el tema de que son pocos y se conocen todos. Y no te creas que fue jodido inventarse nombres Orcos xD, cuando llegué al del jefe tiré de Morglum y arreando xD