Mordheim y Cierzo! (Campaña 2017)

Started by Anselmo el Setas, April 25, 2017, 21:32:45 PM

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Anselmo el Setas

Mu buenas, he abierto éste apartado para subir los relatos de las partidas que vayamos haciendo en la campaña de éste año, también pondré algo de información de las bandas (gestas, muertes estúpidas, etc), un pequeño apartado con sus historias propias para quién le apetezca mirarselo y tal y cual. Espero que os guste!

STARRING*

Tzultzistzaz

[spoiler]Heraldo de Tzeentch: Tvakh Am-Biarh

En teoría él y su banda fueron enviados por Tzeentch para infiltrarse en la sociedad humana, sin embargo en mitad de su viaje una extraña fuerza hizo que él y sus demonios quedasen anclados y encerrados en la ciudad de Mordheim, posiblemente la piedra bruja tuviese algo que ver (y por supuesto todo entra dentro del Gran Plan). Así que curiosamente es la única banda que lucha para intentar escapar de la ciudad, eso sí para hacerlo probablemente necesiten mucha piedra bruja para potenciar todavía más su magia.

Tuvo una breve confrontación con Goblerick, líder de los Zarpaz Verdez, éste le rompió su disfraz de humano (que ya había sido afectado de formas chungas por la exposición a la propia ciudad.

Voz del Destino: Tskiv-Ar EˈEmpreh

Jamás ha sido herido, se salva de absolutamente todo, parece frágil pero no se anda con tonterías aunque sí que es verdad que sepasa el día entre susurros variados mientras hace mil cosas distintas.

Progenitor Azul: Tngohen Te-knaze

Está gordísimo y hasta ahora no ha dado a luz a nadie así que no es muy bueno en su trabajo.

Creador de Hechizos: Mˈhinn Fhentotuˈtt Umbha

Se cargó a 4 marienburgueses de un sólo hechizo aleatorio y después aún tuvo la desfachatez de lanzar más fuego (azul ésta vez) contra un transeúnte goblin. El segundo hechizo aleatorio que sacó fue otro hechizo de Rayo (aunque falló la tirada), así que es de suponer que a éste bicho le gusta cargarse a la gente de mil en mil. Morko lo alzó por los aires para que dejase de incinerar a sus pequeños hijos, curiosamente en ésa misma partida también salvo al norse Goldt Betalt de morir calcinado como sus compañeros marienburgueses por el fuego de uno de los dioses a los que supuestamente adoran los nórdicos.

2 Horrores Rosas: -

1 Aullador: -
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Zarpaz Verdez

[spoiler]Jefe Goblin: Goblerick "el Karaperro" (entre otros motes)

Va por ahí con una cabeza de lobo gigante en la cabeza, una capa de piel de lobo y un extraño mangual. En la partida de prueba él y casi toda la banda quedaron KO por un meteorito mientras se refugiaban en una casa, el meterorito también destruyó una iglesia cercana sobre la que cayó de lleno. Muchos miembros de su banda se la tienen jurada y están desando acuchillarle.

Chamán Goblin: Bumbik

Ha hecho más por el enemigo salvándoles de la muerte por fuego que por su propia banda.

Azkerozamente Raztrero: Mordak

Uno de los más peligrosos de la banda, no necesita motivos complejos para querer a su jefe muerto, quiere mandar él y punto. Es un asesino cabroncete que va por ahí con cuchillos arrojadizos y dagas envenenadas.

Jinete de Loboz: Ozú "el Pitxabrava"

Goblerick se cargó a su anterior montura y ahora la lleva por sombrero así que algún día se las pagará todas juntas. Ahora tiene un lobo rompehuezoz por montura muy chetado que se llama Graus (y aún así aún no se ha cargado a nadie...).

Está Tuerto del ojo izquierdo a causa de ser incapaz de rematar a un Horror Rosa que estaba tirado en el suelo.

Trampozo: Gorgonzo

Va por ahí cargado de bártulos: redes, cozaz ke pinchan, cuerdas, cebos... Y una cabeza de troll con "mekanizmoz" para que sirva de cebo.

Bardo: Wik

A nadie le cae bien ése cantamañanas, su voz es estridente e irritante y el desafinar de su cuerno desafía a la naturaleza. Encima como es un amargado dice cosas muy hirientes (a menudo en forma de "balada") por lo que siempre hay bronca a su alrededor. Raro es el día en que no acaba con un ojo morado pero el muy bastardo tiene una suerte del demonio y siempre vuelve para cantar otro día.

4 Goblins: -

4 Arkeroz Goblins: -
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Inquisición Estaliana

[spoiler]
Inquisidor: Zacarias Atrustegui

Es un tío majo en el fondo, pero si le pillas en un mal día lo llevas claro. Venció a Goblerick en combate singular con un facilidad insultante, después de que cayese su jefe un goblin cargó de un salto contra él sin hostiarse contra el suelo, no sólo no consiguió hacerle nada sino que encima aún le cayó una colleja por parte de Zacarias, que le escupió a la cara antes de aplastarle la napia de un bastonazo. Después se encontró entre las ruinas un mapa de Mordheim original, firmado y con dedicatoria y todo y aún lo miró con desprecio el tío.

Caballero Blanco: Alfonso Batallador

El único hombre de corazón puro de la banda, tuvo una pelea ligeramente épica contra Bauchspeicheldrüse en la que aguantó lo suyo y aún le hizo alguna que otra herida, pero como por azares del destino el paladín regeneraba acabó derrotando al Caballero Blanco y prosiguió su masacre fresco como una rosa.

Interrogador: Tomás Torquemada

Va por ahí con un Atrapacuellos, aquel al que tortura no vuelve a ser el mismo. En combate ha demostrado ser bastante ducho... contra goblins todo sea dicho.

Asesino Notorio: Francisco Molinos -

Asesino Notorio: Agustín Rubín -

Sicarios: -

1 Ejecutor: -
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Marienburgueses

[spoiler]
Mercader: Bill Doors

Bill Doors podría haber vivido una vida perfectamente tranquila en Marienburgo disfrutando de sus amplias riquezas, sin embargo para él lo que tenía no era suficiente y, pensando que con su dinero le bastaría podría reunir suficientes hombres para apoderarse de las riquezas de Mordheim con facilidad partió felizmente a la ciudad maldita. Pronto vio que las cosas no serían tan fáciles como pensaba, sin embargo los contratiempos no son capaces de echar abajo el espíritu empresario de éste jovial caballero, que siempre ve el vaso medio lleno y ve negocio dónde los demás ven locuras.

Maestro Reclutador: Robert Krüm

El mejor pistolero de la banda sin lugar a dudas. En su casa le llaman Bob.

Capitán de las Espadas de Manann: Othär

Lo tuvimos que nerfear antes de empezar la partida.

Burgués Descarriado: Fumé Strike

Lo primero que hizo en éste precioso juego fue hacer explotar la hermosa pistola de duelo que le había regalado su papi. Tuvo suerte de sobrevivir y de conservar la mano. Pasó un tiempo en Bretonia y volvió raro.

Burgués Descarriado: Lucky Strike

El novato con más suerte de la historia, los ataques simplemente fallan como por arte de magia contra él. En mitad del caos de la batalla se acercó a coger la cabeza (o cabezas) de una quimera adulta y se fue tranquilamente a venderla.

Marineros: Uno de ellos (el marinero Redmond) tiene por costumbre pasarse la mayor parte de las partidas atrapado en una red, lo cual le es tremendamente útil para sobrevivir siempre.

Guardaespaldas Exótico (Nórdico): Godt Betalt

Hasta ahora ha sido el que más cosas útiles ha hecho por la banda, encuentra piedra bruja a la primera y ha sido elegido por los dioses, por los suyos para morir ardiendo y por los de sus enemigos para evitar que muera ardiendo.
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* En ésta sección si marco algo con un "-" es porque el ser en cuestión no ha hecho nada de interés, probablemente porque sea un secuaz.

EL ESTANQUE

[spoiler]En los campamentos alrededor de Mordheim últimamente se hablaba de que no hacía mucho se había visto cruzando el cielo unas extrañas luces multicolores que se adentraron en la ciudad. Todo sea dicho, no mucha gente le dio demasiada importancia. Uno de los que pensaron así no fue otro que Bill Doors, un mercader marienburgués temerario y asquerosamente rico (¡pero no lo suficiente!), que acababa de llegar a la Ciudad Maldita acompañado de un buen número de personas bien pertrechadas. Aún con todo Bill subestimaba a la terrible ciudad ya que había permitido que sus dos inexpertos sobrinos le acompañaran en el viaje, menos mal que el resto del grupo eran guerreros avezados.

Uno de los más veteranos de la banda, el Maestro Reclutador, había oído rumores acerca de un misterioso estanque que se había formado en el interior de la ciudad, un estanque al que iban los heridos a sanar. En cuanto le contó estos rumores a su jefe los ojos de Bill Doors se encendieron cómo una hoguera:

"¡Podríamos cobrar a la gente por entrar al maravilloso manantial curativo de Bill Doors! ¡Esto podría ser una mina de oro!"

"Pues eso no es nada, jefe" – comenzó a decir Robert Krümm con cierto aire burlón. – "También he oído que el estanque está repleto de piedra bruja."

"¡¿A qué estamos esperando?! Reúne a los hombres que vamos a dar un paseo."

Por desgracia para los buenos de los Marienburgueses otros descerebrados habían tenido la feliz idea de ir al estanque aquel día. La banda de goblins de Goblerick, los "Zarpaz Verdez", que venían calentitos del otro día tras su encuentro con el Inquisidor Zacarias Atrustegui, habían oído hablar de "la pizina ke kura" y tenían toda la intención del mundo de ir a darse un chapuzón y de paso partir todas las cabezas que se encontrasen en su camino.

La última vez no habían sido demasiado precavidos, así que por si acaso ésta vez Gorgonzo, el trampero, se adelantó. Por supuesto nada más llegar no pudo resistirse a lanzarse en bomba al estanque, pero inmediatamente después se puso a poner una trampa de redes por si acaso y después en cuanto oyó ruidos corrió a esconderse en un lugar seguro. Pronto vio que se acercaban los suyos por una de las calles, los arqueros se apostaron en lo alto de las ruinas cercanas mientras que el resto de la tropa se cobijaba bajo una pasarela entre edificios al abrigo de las sombras. Los marienburgueses hicieron su aparición frente a ellos y no parecieron muy impresionados por los goblins.
Tal vez fuera éste exceso de confianza el que hizo que rápidamente activasen la trampa de redes de Gorgonzo, aunque por suerte para ellos sólo un marinero se vio seriamente afectado por ella (uno que no debía saber mucho de aparejos, por lo que se ve). Un pequeño grupo de marineros encabezado por Godt Betalt, guardaespaldas Norse de Bill, se quedó a orillas del estanque, impertérritos ante la lluvia de flechas que se abalanzaba sobre ellos (sin demasiado éxito por parte de los goblins). Con mucho cuidado Goblerick y su tropa se fueron acercando al estanque (siempre teniendo a unos cuantos lanceros delante suyo para estar bien protegido del fuego enemigo).

Los Marienburgueses sólo tenían por armas de proyectiles algunas pistolas de duelo por lo que los pielesverdes estaban relativamente seguros con lo que muchos de ellos se lanzaron a la carga, sin embargo el estanque era más profundo de lo que parecía por lo que más bien lograron chapotear ante los sorprendidos humanos. Como se habían acercado los sobrinos de Bill pudieron disparar desde la seguridad de las ruinas. No tuvieron mucho éxito, uno de ellos falló estrepitosamente y el otro... bueno, tuvo suerte de no perder la mano pero sí su pistola que estalló mucho (la suerte del principiante dicen...). El Maestro Reclutador oliéndose que la batalla era inminente se acercó con sus pistolas en mano para acabar con esos asquerosos pielesverdes, pero no pudo herir de gravedad a ninguno porque los condenados se escondían bien en el agua.

En ése momento el propio aire se estremeció y por el flanco izquierdo empezaron a oírse extraños cacareos y gritos extraños. Terriblemente asustado, Gorgonzo que se hallaba por esa zona empezó a rebuscar entre sus bártulos y preparó una trampa rápida, probablemente no acabase con lo que fuera que se acercaba pero con un poco de suerte le daría tiempo para escapar.

Godt Betalt había encontrado algo mientras metía las manos en el estanque, un fragmento de piedra bruja que se echó rápidamente al zurrón, por un momento parecía que fuese a volar de la alegría. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba efectivamente volando, un par de manos ectoplásmicas le alzaban como un trofeo, esto había sido obra del chamán Bumbik, que empezó a soltar una risilla por lo bajo mientras se escondía tras una roca. Los goblins cargaron, Goblerick como buen valiente cargó contra el marinero que le pareció más débil, aunque no tuvo mucho éxito ni su oponente tampoco. Dejó que uno de sus lanceros entretuviera a Othär, Capitán de las Espadas de Manann, que se había acercado para empezar a repartir candela. Ozú se lanzó a lomos de Graus, su enorme lobo rompehuezoz sobre un pobre humano que quedó rápidamente tendido en el suelo, evitando mordiscos como podía.

Había llegado el momento, tal y como lo habían planeado. Surgieron de entre la niebla dos figuras humanoides, sin embargo algo no terminaba de encajar con ellas, Gorgonzo no estaba seguro pero juraría que vio que al menos una de ellas tenía más de dos brazos. Su trampa se activó sobre la más cercana, pero como por arte de magia simplemente desapareció, reducida a cenizas apenas segundos después de que se lanzase el proyectil. La criatura entre incomprensibles susurros dirigió su mano hacia el goblin mientras su mirada se perdía en el infinito y sin parar de susurrar palabras inconexas una impresionante deflagración de fuego azul golpeó al goblin con una fuerza demoledora aunque, sorprendentemente, no ardió sino que se quedó inconsciente durante un tiempo. La otra figura, se acercó lentamente y lanzó un conjuro ígneo contra otro goblin, que logró apagar el fuego gracias a estar dentro del estanque, por lo que sus heridas no fueron graves.

La batalla continuó, las flechas ésta vez llovían en dirección a los recién llegados, sin embargo la criatura que casi había acabado con Gorgonzo estaba recibiendo todos los tiros y en cuanto las flechas se acercaban a él estas simplemente perdían fuerza hasta rebotar contra su ropa, otras tomaban un giro inesperado y otras perdían fuerza a medio camino, todo mientras la criatura soltaba alguna risilla entre murmullo y murmullo. Othär acabó por despachar a su oponente, pero inmediatamente otro lancero ocupó su lugar por lo que no podía ir a ayudar a sus compañeros.

Más criaturas aliadas de los dos lanzafuegos aparecieron, uno era considerablemente obeso mientras que el otro no paraba de juguetear con diversos sortilegios a la par que se iba acercando. El ser que parecía liderarlos se dirigió hacia el segundo de los recién llegados con un tono remotamente iracundo en una lengua desconocida:

"¡Mˈhinn Fhentotuˈtt Umbha! ¡Que estos sucios mortales ardan hasta que sus brasas parezcan el firmamento sobre su propia sangre hirviente!"

Inmediatamente la criatura a la que el líder había llamado Mˈhinn (etcétera etcétera) creó en sus manos una calavera ardiente que surcó el campo de batalla burlándose de humanos y goblins por igual mientras despedía llamas por doquier. Goblerick fue el primero en verla de cerca y se libró por los pelos, su oponente y el resto de humanos que había en la orilla (otros tres) no corrieron la misma suerte, el último de ellos de hecho fue directamente devorado por la calavera mientras sus compañeros vieron como llovían sobre ellos las cenizas de lo que antes era el cuerpo de su camarada. Godt ya había visto antes a seres como estos, tenían que ser siervos del dios Tchar. Irónicamente el Norse se libró del fuego de uno de los dioses del Norte gracias al cariñoso abrazo de uno de los belicosos dioses de los pielesverdes que después de esto le dejó con delicadeza en el suelo. Bill Doors ya había tenido suficiente, empezó a vociferar que era hora de retirarse y que había que llevarse de ahí a los heridos y al marinero que llevaba toda la batalla enredado.

Los humanos salían despavoridos, Goblerick no podía permitirse el lujo de perseguirles, ordenó a sus lanceros y a Ozú que se lanzasen a la carga junto a él, que sus arqueros siguieran disparando contra sus enemigos y que los rezagados consiguieran la piedra bruja lo antes posible. Lo de la piedra acabó con un de los goblins recibiendo un mordisco por parte de un pez con muy mala uva, lo de los arqueros tampoco llegó a ninguna parte y en cuanto a las cargas... los lanceros optaron por una estrategia diferente.

Ozú se lanzó sobre una de las criaturas y Graus (como en su anterior) carga la tiró al suelo con facilidad. De entre las sombras surgió Mordak, el más ladino de los goblins bajo el mando de Goblerick que se lanzó sobre el ser al que las flechas no parecían poder tocar. Inició su ataque lanzándole un cuchillo, uno con una precisión e instinto asesino envidiables, algo que habría matado a cualquier mortal... pero el enemigo de Mordak no era ningún mortal. El cuchillo simplemente se desvaneció y Mordak enfurecido arremetió con una lluvia de navajazos sobre su oponente pero lo único que hizo sobre su oponente fue provocar una sonora carcajada que le contestó con un certero golpe que dejó al goblin tendido en el suelo.

Goblerick se lanza a la carga entre saltos y gritos, agitando frenéticamente su mangual, provocando el molesto repicar del cencerro que lleva unido al mango, quizás fuese cosa del destino, pero las calaveras de hierro que forman su arma impactan con una fuerza demoledora a su oponente y, aunque deberían haber dejado fuera de combate a cualquier otro ser su enemigo se mantiene en pie. No obstante, no salió indemne. De entre los dientes de hierro del arma de Goblerick cuelga ahora un jirón de carne, pero no una carne cualquiera, rápidamente la carne se transforma en un tentáculo rosa cercenado:

"¡Inmundo pequeñajo! ¿Osas herirme a mí, al invencible Tvakh Am-Biarh? ¡Haré de ésta inmunda charca tu tumba! Una mucho más digna de lo que mereces..."

Y acto seguido del cuerpo de Tvakh surgió un gran brazo rosa que agarró con fuerza los restos de su disfraz humano para arrancárselo de golpe, mostrándose en todo su esplendor ante su enemigo. La lucha entre las fuerzas rosas y verdes prosigue, pero los goblins no consiguen hacer retroceder a su enemigo. Mordak se encuentra demasiado herido como para combatir a su invulnerable enemigo, el cual imitando a su líder se deshace de su disfraz poco antes de incapacitar a su oponente, que entre otros susurros llega a oír su nombre: Tskiv-Ar EˈEmpreh.

Ozú por su parte deja de prestar atención por un momento a su oponente que se revuelve por el suelo y de repente el Horror Rosa deja atrás su disfraz como si fuera una muda y salta en el aire evitando el mordisco de Graus, el goblin queda boquiabierto mientras ve como la criatura pasa a su lado como una exhalación y termina de formar su verdadero cuerpo una vez en tierra. Unas gotas de sangre caen sobre sus riendas pero no siente dolor alguno ni ha caído tanta sangre como para ser preocupante.

"Wele a kemao."

De repente se da cuenta de que es la cuenca de su ojo izquierdo la que desprende ése olor y cuando se gira hacia el demonio éste le devuelve una sonrisa burlona mientras una de sus muchas bocas se traga su ojo todavía humeante. Tras un último vistazo a su globo ocular se desmaya sobre su montura y Graus, quizás temiendo por la vida de su amo o lo que es más probable, por la suya, sale corriendo llevándose a su amo a cuestas. Goblerick, viendo que la batalla está perdida también abandona su combate y los demonios toman el estanque para sí mismos.

Los Marienburgueses tuvieron relativa suerte, sólo uno de sus marineros perdió la vida y a base de gastar dinero pudieron reponer sus pérdidas en hombres y equipo, además encontraron a un vagabundo que se compadeció de ellos y les ayudó algo a tratar a sus heridos, además de darles algo de información sobre los alrededores.

Goblerick tuvo aún más suerte, la parte positiva de que casi toda su banda se diese un chapuzón fue que nadie murió por las propiedades curativas del agua y de paso secuestraron a otro vagabundo.

Los Demonios acabaron con la farsa de hacerse pasar por humanos y saquearon a placer el lugar, quedándose con la piedra bruja y destruyendo el estanque para que ninguno de esos molestos mortales pudiera usarlo de nuevo.
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LOS OBSERVADORES
[spoiler]Bill Doors no estaba particularmente satisfecho con la forma en que se habían desarrollado los acontecimientos la vez anterior. Ésta vez sería diferente. Era conocido por muchos que la zona de la Puerta Este antes había sido habitada por todo tipo de hechiceros, se decía que esa zona estaba llena de tesoros valiosos y también que había numerosas estatuas de bronce por la zona. Bill lo tenía claro, arramplar con todos los tesoros y arrancar las estatuas para venderlas al peso (posiblemente poniéndoles un poco de pan de oro por encima podría timar a algún pardillo y sacarse más pasta, Mordheim no es que destacase por estar repleto de grandes mentes al fin y al cabo).
La moral de los Zarpaz Verdez también estaba por los suelos. Un poco de buen saqueo era justo lo que necesitaban para levantar los ánimos así que se adentraron en Mordheim siguiendo su mapa como pudieron y llegaron por casualidad a la zona de las estatuas. Gorgonzo como de costumbre había hecho de avanzadilla y también como de costumbre se había dedicado a llenar la zona de trampas antes de trepar unas ruinas y plantarse ante una de las estatuas, la cual examino durante bastante tiempo antes de atreverse a acercar sus manazas al tesoro a sus pies.

Goblerick dio la orden y los goblins se dispersaron para lanzarse a saquear lo más rápido posible. Ozú enseguida se plantó en medio de la plaza y recogió el tesoro sin ser importunado en lo más mínimo por la estatua. Goblerick trepó y saltó por un edificio en ruinas hasta poner sus zarpas en el tesoro que guardaba la estatua, ésta se despertó y formó rápidamente un círculo de llamas, por suerte para Goblerick en un descuido la estatua no tuvo en cuenta el reducido tamaño del goblin y el círculo no le afectó en lo más mínimo al pasar sobre su cabeza. Otros dos goblins se acercaron con cautela a otra estatua y cogieron el tesoro sin sufrir consecuencia alguna.

Los Marienburgueses por su parte nada más poner un pie en la plaza activaron las trampas de Gorgonzo, redes. La peor pesadilla de uno de los marineros, que una vez más no estaba preparado y acabó revolcándose por los suelos. Bill Doors vio como en la lejanía la marabunta verde estaba armando jaleo sin hacerles ningún caso a los humanos, por lo que hizo que el grueso de su tropa avanzara con cautela mientras uno de sus marineros se encargaba de ir a por el tesoro que quedaba dentro de unas ruinas. El marinero acercó su mano al tesoro con temor, sin dejar de mirar fijamente el rostro de bronce de la estatua, un rostro amenazante y con un peinado extrañísimo. Al poner un solo dedo sobre el tesoro los ojos de la estatua se iluminaron en un ardiente fuego y el marinero vio su vida pasar ante sus ojos. Sin embargo, el rostro de la estatua pareció esbozar una suerte de sonrisa y de repente el marinero sintió como si exudara la propia esencia de la fortuna por todos sus poros, revitalizado y con un aire optimista avanzó entre las ruinas para unirse a sus compañeros.

Los Marienburgueses avanzaron pistolas de duelo en mano y acabaron con uno de los goblins. El jefe de los Zarpaz Verdez aún no había podido reunirse con el grueso de su grupo, pero Mordak y Bumbik no consideraron que eso fuera un problema y ordenaron el ataque. Ataque que fracasó estrepitosamente. Ozú "el Pitxabrava" a lomos de su fiel montura fue el único que parecía saber hacer su trabajo mínimamente bien. Se abalanzó sobre Bill Doors llevándose por el camino a un marinero al que el lobo Graus dejó sin cabeza. No obstante, en un alarde de valentía su sobrino Lucky Strike se interpuso entre su tío y la fiera y cayó al suelo evitando las dentelladas y los envites de la lanza de Ozú como podía.

El otro de los sobrinos de Bill Doors, Fumé Strike, también tenía el día heroico. Mientras estaba rodeado por la barbarie de la lucha sintió un aura de mezquindad en el aire, pasó a su lado Robert Krümm, el Maestro Reclutador, que al igual que él se había percatado de que desde las sombras Mordak planeaba lanzarse contra Bill Doors. Krümm descargó el fuego de sus pistolas pero no consiguió nada, es más, le hizo un estropicio a una de ellas, no irreparable pero sí molesto. Mordak sonrió y comenzó a correr hacia los marienburgueses, pero el joven burgués dio un paso al frente y disparó contra el asesino, volándole su mano izquierda por los aires de un preciso tiro. Mordak aulló de dolor y maldijo al jovenzuelo, agarrando la daga envenenada que se le había caído al suelo y saliendo corriendo lejos de una lucha en las que llevaba las de perder.

Bumbik el chamán distinguió al guerrero norse al que los dioses pielesverdes eligieron favorecer la última vez.

"¿Zerá el elegío?" Se preguntaba Bumbik.

"Zolo hay una forma de zaberlo."

Y dicho esto se dispuso a invocar el poder que usó la última vez, sin embargo tal vez se equivocase al pronunciar las palabras o quizás ciertamente fuese el destino, pero por error lanzó sobre él otro hechizo, provocando una visión de gloria sin precedentes, que no pareció tener efecto alguno sobre el nórdico pero dejó completamente de piedra al pequeño chamán verde. El cual al recomponerse (más o menos) comenzó a distraer a sus compañeros diciéndoles que "el elegío de Morko o a lo mejor el de Gorko eztá entre nozotroz". Godt Betalt no se percató de la admiración del chamán por él y continuó despachando goblins que no parecían tan convencidos como su chamán.

La batalla seguía y Goblerick y Gorgonzo aún estaban muy lejos. El marinero Redmond se había liberado de sus ataduras y al doblar la esquina vio el cuerpo de un tipo bien vestido en el suelo, al principio pensó que podía ser uno de sus superiores pero pronto vio que se levantó y que no conocía su cara, su cara de sorpresa lo decía todo, por algún motivo había saltado desde lo alto de la casa en ruinas, quizás en un alarde de unirse a la lucha. El buen marinero vio que era muy joven, muy joven y también muy estúpido, así que lo cargó a cuestas y se lo llevó de ahí para que no sufriera un destino cruel.

Ozú estaba rodeado, por una parte estaba el joven burgués que se negaba a morir y evitaba absolutamente todos sus ataques, luego se había unido a la contienda un marinero y Othär, un duro oponente. El capitán Othär dio un certero golpe de mangual a Graus que aulló de dolor pero se mantuvo en pie. Y antes de que pudiese lanzar otra descarga de golpes se elevó mágicamente por los aires con cara de sorprendido.

"¡Gran elegío de Morko (o de Gorko) azeta ézte indigno zakrifizio!"

Bumbik bailaba alrededor del combate como un maníaco mientras repetía cosas semejantes tratando de llamar la atención del "elegido".
Aprovechando ésta distracción el joven oponente de Ozú se lanzó con su daga sobre el jinete y le hirió de gravedad, con lo que Graus salió corriendo llevándose consigo a su amo. Fumé también intentó tener otro momento de gloria, sin embargo lo único que consiguió es que su pistola nueva casi explotara (otra vez). Bill Doors por su parte se dedicó a rematar a un goblin tirado por los suelos.

Llegados a éste punto es cuando Goblerick se encuentra el desastre y decide que no hay motivo para seguir luchando ya que tienen la mayor parte de los tesoros, así que da la orden de retirada.

Por el camino los hombres de Bill Doors encuentran un carruaje volcado que contiene una espada y una daga enjoyadas. Bill Doors rápidamente se apropia de la espada enjoyada, mientras que la daga la recibe uno de sus valientes sobrinos.

Los Marienburgueses sacan un buen pellizco vendiendo el hermoso tomo de magia que habían encontrado y tras un sencillo funeral por el marinero caído, Bill Doors recompensa a Lucky Strike colgándole al cuello el otro tesoro que habían encontrado, una pata de conejo. El marinero afortunado por su parte insistió mucho en que se llevasen a la estatua benefactora con ellos para que les trajese fortuna en el futuro, por lo que se la llevaron al campamento también. El padre del joven noble perdido resultó ser un hombre bastante desagradecido que apenas recompensó a los salvadores de su hijo. Pese a todo, vendiendo sus ganancias reclutaron a nuevos guerreros para su causa uno de ellos un veterano guerrero que pertenecía a las Espadas de Manann y que sirvió bajo el mando de Othär.

Aunque la suerte no acompañó demasiado a los Zarpaz Verdez en la batalla no fue ni mucho menos así a la hora de explorar por las ruinas. En su huida se toparon con una vieja armería y rebuscando entre los restos hallaron una hermosa cota de malla que "golía un poko a elfo", Goblerick se queda con la cota y Mordak (que estaba de un humor de perros) se queda su vieja cota de malla y le encasquetan un gancho en su muñón izquierdo. Además tras conseguir un montón de piedra bruja se encuentran con otra banda de pielesverdes recién llegados a Mordheim. Goblerick se fija en que llevan consigo unas calaveras cubiertas con un extraño metal que nunca había visto antes y decide comprárselas al líder de la banda. Éste le cuenta que son cabezas de "taponez" a los que había ejecutado metiéndoles la cabeza en sus propias fundiciones. A Goblerick le importa más bien poco y las añade a su mangual. Además les cambian las muchas drogas y bombas de fuego que habían conseguido por otro lobo Rompehuezoz. Bumbik se queda con el telescopio que encuentran y se dedica a intentar descubrir cómo funciona.
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ASALTO AL BANCO

[spoiler]Las cosas estaban yendo bien para los Zarpaz Verdez, en su última aventura habían conseguido bastantes riquezas y a excepción de Mordak todos habían tenido un día agradable en general. Sin embargo Goblerick todavía tenía una o dos espinitas clavadas: las riquezas no eran suficientes y además necesitaba algo más. Gloria, cosa que rara vez obtenía. Por casualidad Wiz el bardo oyó hablar sobre el banco abandonado de Güido, un lugar repleto de riquezas inimaginables. Esto sonaba como música para las puntiagudas orejas de Goblerick y no sólo por recrearse en la imagen de bañarse en montañas de oro sino porque estaba convencido de que otros tendrían la misma idea, lo cual era una oportunidad perfecta para aplastar unas cuantas cabezas.

Goblerick no se equivocó ésta vez, ya que los jugosos rumores sobre el banco de Güido habían llegado a oídos de Bill Doors. Bill había oído todo tipo de rumores sobre el paradero de la llave perdida de la cámara, pero había llegado a la conclusión de que el rumor más probable de todos era el que decía que la llave se encontraba en el interior de un extraño pilar arcano, erigido en un edificio cercano al propio banco. Doors y sus hombres divisaron el viejo banco a lo lejos y comenzaron a acercarse a él. De repente Bill y sus hombres escucharon un grito de sorpresa a sus espaldas. Una vez más (para sorpresa de nadie) el marinero Redmond había quedado enredado en una burda red. Tras soltar un prolongado suspiro Bill añadió con cierta pesadumbre por lo bajo:

"Son ellos otra vez..."

Los Zarpaz Verdez también avanzaron por las calles y rápidamente tomaron posiciones elevadas para disparar contra el pilar mágico, fácilmente visible para ellos en lo alto de un edificio, rápidamente Wik disparó una certera flecha contra el pilar que provocó una grieta en su superficie. No obstante, las maliciosas risillas de los goblins fueron ahogadas rápidamente por un rugido desgarrador (o más bien tres) proveniente del interior del banco. Del interior del mismo surgió una bestia ciertamente desconcertante, una horrible quimera de tres cabezas, una de león, otra de carnero y una central de dragón. Aterrizó de un salto en mitad de la plaza y se dirigió hacia los marienburgueses lanzando una bocanada de fuego abrasador que no les alcanzó por muy poco.

Tanteando el terreno Lucky Strike junto a su hermano y algunos marineros se acercaron y dispararon contra la inmunda bestia. Lucky consiguió herirla con su pistola de duelo. La quimera le dirigió una mirada encolerizada que heló la sangre de los marienburgueses, temiéndose que el monstruo se abalanzase inevitablemente sobre ellos. Sin embargo no hizo tal cosa, sino que retrocedió quedándose junto al edificio. Los más veteranos advirtieron que éste comportamiento sin lugar a dudas indicaba que la criatura estaba intentando proteger su guarida. Robert Krümm le indicó a Bill Doors que esto suponía una gran noticia, pues no sólo indicaba que podrían disparar a la bestia desde cierta distancia hasta acabar con ella sino que también suponía que era bastante probable que el tesoro del banco ahora hubiese aumentado gracias a las riquezas que a estas caprichosas bestias les gustaba coleccionar.

Decidieron dividirse en dos grupos, uno que se encargaría principalmente de atacar a la quimera, compuesto por Bill Doors, Lucky Strike y Robert Krümm, mientras que los demás se encargarían de encargarse de obtener la llave.

Los goblins prosiguieron descargando andanada tras andanada de flechas, resquebrajando más y más el pilar. Cada vez parecía estar más débil, así que Ozú se preparó para cargar contra el pilar en cuanto pareciese estar a punto de caer para hacerse con la llave cuanto antes y aprovechar la velocidad de su montura para llegar cuanto antes a la cámara sellada.

El grupo de marienburgueses liderado por Othär también se acercó para disparar contra el pilar, lograron dejar el pilar en un estado lamentable pero aún se mantenía en pie. Entonces el joven Fumé Strike apuntó su pistola contra el pilar esbozando una sonrisa:

"Aún recuerdo mi primer día en ésta locura de ciudad" - pensó para sí - "recuerdo cómo por culpa de mi padre casi pierdo la mano, a ése pobre viejo le debieron de timar y le colarían una pistola barata. Menos mal que ésta me la he comprado yo mismo que si no..."

BOOOOM

Un estruendo, mucho humo, trocitos de metal ardiendo por doquier y un pequeñoburgués gritando de dolor en el suelo. Eso fue lo último que vio ése día uno de los marineros al darse la vuelta, antes de darse cuenta de que se había acercado demasiado al peligro. Sus sospechas se confirmaron cuando una bocanada de fuego le alcanzó de lleno la espalda y cayó inconsciente al suelo.

Ozú cargó contra el maltrecho pilar, destruyéndolo y haciéndose con la llave, el resto de los Zarpaz Verdez comienzan a arremolinarse cerca del edificio preparándose para asaltarlo y cruzar la pasarela que los llevaría a lo alto del banco, para poder así escabullirse y tratar de abrir la cámara.

No obstante los marienburgueses acaban acercándose demasiado y se da una encarnizada confrontación entre las dos fuerzas mientras el grupo de Doors sigue descargando disparo tras disparo sobre la quimera teniendo más cuidado que su compañero.

La lucha sigue y sigue sin que haya un claro vencedor, Ozú cae en mitad del combate y la llave cae al suelo. Goblerick, encolerizado carga contra un marinero que cae al suelo. De repente Godt Betalt se lanza contra el pielverde (para regocijo de Bumbik que se acerca a observar el combate), sin embargo el norse resulta no ser rival para el goblin y también muerde el polvo. Pero antes de que Goblerick pueda rematar a sus presas él y ellas son alcanzados por una bocanada de fuego de la quimera, que deja KO al norse y daña seriamente al marinero, Goblerick por otra parte se mantiene intacto gracias a su excelente armadura y remata a su oponente restante.

Bumbik terriblemente decepcionado por la actuación del supuesto campeón de los dioses comienza a usar su magia para ofrecerle sacrificios y que se levante para luchar de nuevo, primero lanza a los aires a Othär, que rápidamente es seguido por uno de sus subordinados.

Cuando el Capitán consigue zafarse del abrazo de la mano ectoplásmica mantiene un breve duelo con Goblerick, que el goblin vuelve a ganar. La lucha sigue y un extraño suceso acontece, Gorgonzo que estaba luchando junto a algunos arqueros contra un marinero de repente es engullido por una extraña niebla al igual que un Espada de Manann e intercambian sus posiciones. Goblerick sigue lanzándose contra los marienburgueses y cosechando victorias.

Un goblin rezagado se acerca interesado a la quimera por recomendación de Mordak, que se oculta junto a un lancero en una esquina del banco. Lo que el inocente goblin no sabe es que su superior pretende usarle de cebo para lanzarse sobre la bestia confiando en que sus dagas envenenadas sean suficientes para acabar con la ya malherida criatura (cortesía de los humanos). El plan de usar al goblin como cebo sale a la perfección pero en el último momento Mordak y su compañero se miran entre ellos y deciden que quizás no es la mejor idea del mundo, que ése bicho parece que todavía puede dar guerra. Bill Doors y sus hombres aparecen y el propio mercader en persona es el que le da el tiro mortal a la criatura. Lucky acaba con el lancero y Krümm cose a tiros a Mordak con gran facilidad.

La batalla campal prosigue, caen algunos goblins, Gorgonzzo entre ellos, pero también caen humanos, varios por ante el mangual de Goblerick, entre ellos el "afortunado" Fumé. Goblerick y algunos de sus arqueros, disparan contra el grupo de Bill hiriendo levemente al Maestro Reclutador. Lucky Strike temiéndose que la situación vaya a peor se dirige al cuerpo sin vida de la quimera y corta las cabezas de la bestia, se pone al hombro la cabeza del león y tras lanzar la cabeza de carnero y la del dragón en las direcciones del Robert Krümm y de Bill Doors respectivamente se dirige hacia éste último:

"¡Tío Wilhelm! ¡Ya hemos derramado suficiente sangre por hoy! ¡Larguémonos con éstas cabezas y nuestros heridos y ya les daremos una buena lección a éstos canijos más adelante!"

El mercader reconoce la sensatez en las palabras de su sobrino y da la orden de retirada. Afortunadamente todos sus hombres sobreviven. No sólo eso, no ha sido una derrota sin más ya que conoce a un tipo, la clase de hombre que paga bien por cabezas de monstruos para fardar ante otros mercenarios. Así que consigue hacer buen negocio y consigue vender las cabezas de dragón y la del león. Sin embargo el bueno de Bill entre sorbo y sorbo de una buena cerveza en la taberna habitual se encuentra con un dilema.

"¿Y qué hago yo con una cabeza de carnero desproporcionadamente grande? Helmut "el Cojo" no estaba dispuesto a soltar ni una corona por ella..." - dijo con un suspiro. – "Y la verdad no puedo culparle, haber matado a un carnero cabezón no es que merezca ninguna gesta y aunque intentes convencer a la gente de que las tres cabezas eran de un mismo monstruo sanguinario siempre hay alguno que te lanzaría una mirada de incredulidad..."

"Ehhhrmmm... estooo, ¿caballero?"

Bill se gira lentamente sin mucho interés hacia el origen de la voz grave que acaba de sonar a su espalda.

"Eso... ¿te lo vas a comer?"

Un ogro. Un ogro con una sonrisa algo bobalicona le dirige esa pregunta a Bill mientras mira con ojos golosones la cabeza de carnero y la señala con interés. Una lucecilla aparece en los sagaces ojos de Bill.

"Si te interesa ésta cabeza lo que realmente te interesa es trabajar para mí. Dirijo una banda mercenaria, ¿sabes? Sí, lo nuestro es adentrarnos en la ciudad y estar todo el día luchando contra bestias de todo tipo. Tendrías que haber visto el cuerpo entero de éste cabrito, era enorme el condenado. Y aunque tendríamos que haberle sacado del cuerpo unas cuantas de nuestras balas habría dado para un buen banquete. Digno de un rey."


"¿Sí? ¿Todos los días algo así? Bueno, si me pagas bien..."


Bill lo tenía en el bote y lo sabía, éste era un ogro mercenario de los que llevaban ya unos cuantos años en el negocio. Lo sabía bien porque estaba intentando hacerse el interesante pero le era imposible disimular su propio interés. El babear incesante y sus ojos brillantes le delataban por completo.

"¿Qué te parece esto como tu primer pago?" – dijo Bill levantando la cabeza cogiéndola por uno de los cuernos con una mano. - ¿Qué me dices? ¿Pinta bien, eh?"

"Pinta bien, pinta bien..."

No necesitaba oír el "sí", dejó caer la cabeza (a decir verdad llegados a éste punto ya no podría seguir manteniéndola agarrada con una sola mano tampoco) sobre las zarpas del ogro, el cual, con una velocidad asombrosa empezó a zampársela cómo un salvaje, dentellada tras dentellada engullendo carne y hueso por igual. Toda la taberna se quedó mirando el repugnante espectáculo.

"Me llamo Bill..." –dijo Bill sin dejar de esbozar una sonrisa de cortesía mientras retrocedía para evitar ser salpicado por algún fluido desagradable. – "Soy Bill Doors, de Marienburgo. Acompáñame y te presentaré al resto de la tropa, te caerán bien."

Goblerick por su parte estaba disfrutando de lo lindo de su nuevo escondrijo, revolcándose entre montañas de oro y joyas. Habían encontrado de todo, oro, joyas, armas varias, un hacha reluciente hecha de un metal muy parecido al del mangual de Goblerick, extraños amuletos, piedra bruja, armaduras que les quedaban demasiado grandes...

"Zeñor, hemos vuelto kon lo ke pediztez" dijo tímidamente un goblin al entrar en la sala del enardecido tirano.

Éste le respondió con una carcajada y lanzándole una calavera humana que estalló en mil pedazos al romperse contra una pared cercana.

"¡Traedloz, traedloz akí ke loz vea yo!"

Primero entró un lobo gigante, no tan imponente como Graus o Knoch, pero igualmente digno de servir como su montura personal y era particularmente gracioso para Goblerick ya que se trataba de un espécimen mutante que en ve de una cola de lobo normal y corriente tenía una extraña cuchilla de hueso y carne. Y después, el premio gordo, un tambaleante y poderoso Troll. Goblerick volvió a reír como un maniático, ahora lo tenía clarísimo, con esto nadie podría oponérsele en Mordheim.
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QUEMA DE BRUJAS
[spoiler]Un mes después de su llegada a Mordheim, el Inquisidor Zacarías Atrustegui y sus compañeros oyeron hablar de una poderosa bruja, conocida como Ygritte "la Pálida", una excéntrica y caprichosa hechicera que tan pronto ofrecía su ayuda a los viajeros como los hacía sufrir temibles e inimaginables maldiciones. A los ojos de Zacarías poco importaba qué faceta fuese la verdadera, pues la brujería no era sino una aberración infame que jamás había consentido que prosperase en Estalia, y mucho menos iba a permitir que triunfase aquí, en la condenada ciudad que había jurado erradicar a base de fuego y acero.

Así pues durante las siguientes semanas estuvo reuniendo información y hombres, gente capaz de inspirar el miedo en los pérfidos demonios que se ocultaban bajo cada adoquín de la mustia ciudad, dos rudos hombres encapuchados y otros dos hombres de ojo avizor, ataviados con verdes ropajes que compensaban su tardanza habitual a la hora de presentar batalla con un ojo de águila cuando se trataba de disparar sus fiables arcabuces.

Así pues, Zacarías decidió unir fuerzas con Sigfried Hoffenbach, un cazador de brujas que, aunque había sufrido grandes bajas y su banda ya no era tan impresionante como antes, se había labrado un nombre a temer en la Ciudad Maldita. A pesar de que sus dogmas religiosos fuesen diferentes, ambos líderes reconocieron la valía de sus respectivos socios y emprendieron juntos la misión de encontrar y capturar a la bruja Ygritte. Como la banda de Sigfried sólo contaba con cinco miembros, contándole a él mismo y a su fiel segundo al mando Gregor Samk; Zacarías ordenó a algunos de sus hombres, dirigidos por Francisco Molinos, para que ayudasen a los Cazadores de Brujas a buscar por el norte de la ciudad, mientras que él y los demás buscarían por el sur.

Unas dos semanas después de empezar la búsqueda, Gregor Samk apareció en el campamento de los estalianos, anunciando al inquisidor que su grupo había tenido éxito en su empresa y que la infame criatura sería quemada dentro de tres días, dentro de la propia ciudad, aunque no muy lejos de los campamentos, en la Plaza del Verdugo que sería un escenario más apropiado para que los distintos habitantes de la zona pudiesen ver perfectamente cómo el bien siempre triunfa al final sobre los sucios herejes. Rápidamente se corrió la voz y el día acordado una gran multitud se congregó alrededor de la pira, junto a la cual se erigía una modesta estatua representando a un hombre encapuchado, con una imponente hacha apoyada en su pedestal, sobre la cual reposaban sus fuertes manos.

No obstante la multitud no fue la única invitada al espectáculo, puesto que poco después de que se reuniese la gente, pero antes de que la bruja hiciera su aparición, comenzó a caer la nieve y muy poco después más y más y un potente viento gélido.

"Es como si la propia ciudad quisiese evitar la muerte de un ser tan retorcido cómo ella misma."

Zacarías frunció el ceño y comenzó a impacientarse por la tardanza de Sigfried, de sus hombres y de la pérfida mujer responsable de que ahora mismo estuviese helándose los huesos. Aunque, bueno... según se mire pronto también sería la responsable de que el frío fuese más llevadero. El veterano inquisidor no tuvo que esperar mucho más tiempo.

Pronto se escuchó el repicar de los cascos de los caballos contra el pavimento y al girar una esquina se pudo divisar un destartalado carruaje, seguido de cerca a pie por Sigfried y el resto del grupo. Empezaron a discernirse algunas risas ahogadas provenientes de la multitud conforme iban haciendo un pasillo para dejar paso a la carroza y preparaban en sus manos frutas y verduras podridas, piedras e inmundicias varias para lanzárselas a la bruja. Sin embargo nadie arrojó nada, lo cual sorprendió a Zacarías. Y se fijó en cómo conforme el carruaje iba avanzando las facciones de la gente iban pasando de un carmesí enfurecido a un color pálido y una expresión de sorpresa.

Cuando el carruaje se detuvo ante la pira el viejo inquisidor pudo comprenderlo mejor. Esperaba encontrarse cara a cara con una vieja demacrada, deforme y de la que la maldad escaparía por cada poro de su piel, al igual que los otros tantos individuos semejantes con los que había trabajado antes: nigromantes, adoradores del caos, falsos profetas y traidores de la peor de las calañas. Pero lo que vio ante él fue el cuerpo semidesnudo de una joven morena de piel tersa, de una belleza salvaje y antinatural, que por unos segundos hizo que su corazón diese un salto y surgiese una grieta en la armadura de su fe, por la que una bocanada del aliento de la joven pudo alcanzarle y nublar sus pensamientos conforme pasaba a su lado.

No había duda alguna en su mente de que se trataba de algún sortilegio de la bruja y se recompuso como pudo enseguida, sin mostrar ante los demás el menor signo de su momentáneo conflicto interior. Decidió no volver a dirigir la mirada a la joven que estaba siendo atada a la pira detrás de él. Tras un breve intercambio de cordialidades con Francisco Molinos, le ordenó a él y a Agustín Rubín, que se apostasen en el edificio más cercano y tuvieran a mano sus ballestas.

"Alguien podría tratar de intentar alguna idea descabellada."

El resto de sus hombres se unieron a la multitud y dio comienzo el discurso de Sigfried, que se colocó junto a Zacarías y dio un paso al frente. La ventisca estaba empeorando, así que el discurso fue breve, agradeció a la Inquisición Estaliana su labor en la captura de Ygritte y tras unos sermones sobre la impureza de los hechiceros y la grandeza de Sigmar consiguió restaurar en los presentes una parte del odio visceral que habían sentido antes de la llegada de Ygritte, como si los hubiese liberado de algún encantamiento. Zacarías quedó impresionado por la capacidad de oratoria del cazador de brujas, pero no se atrevió a darse la vuelta, ni siquiera cuando Gregor prendió a duras penas las primeras llamas.

De repente, un temible rugido se oyó desde el norte, seguido de unas fuertes pisadas que se acercaban. Los presentes se giraron en esa dirección, pero todo cuanto pudieron ver eran unas figuras en la lejanía, muy difíciles de divisar debido a la ventisca. Agustín Rubín y Francisco Molinos intentaron disparar contra ellos pero era simplemente imposible acertarles en su situación. La situación iba a peor, puesto que desde el sur también se oían ruidos preocupantes, un rugido aún más primitivo que el del norte, numerosos aullidos y gritos de voces chillonas.

"Goblins" – Zacarías recordaba bien las voces de esas criaturas repugnantes, rápidamente ordenó a sus ballesteros que se concentrasen en acabar con las fuerzas del norte cuando las tuviesen a tiro, mientras que él y su banda defenderían la pira a toda costa.

Agustín Rubín divisó a uno de los marineros de Marienburgo que se acababan de adentrar en la plaza y de un certero tiro lo dejó fuera de combate. Mientras tanto Francisco Molinos descubrió y disparó a la fuente del primer rugido, un babeante y enorme ogro. Pudo dispararle dos veces con éxito y le provocó graves heridas, pero la mole de carne no se detenía, sabía que el olor del fuego, muchas veces iba acompañado del olor de la carne cocinada (a la cual no le hacía ningún asco).

Sigfried y Gregor comenzaron a alentar a la multitud para que luchasen junto a ellos y ayudasen a ver cumplida la voluntad de Sigmar. La multitud se dividió en tres grupos, uno se encaminó al norte, otro al sur y un reducido grupo se quedó junto a la pira.

La turba enfurecida no era rival para los disparos de los marienburgueses o de los goblins. Y la cosa fue a peor cuando el ogro hizo su aparición, tragándose a algunos de ellos enteros, sin embargo Sigfried no iba a permitir que la criatura detuviese la quema, y él y algunos espectadores dirigieron su mirada a la estatua del verdugo, e inspirados por el simple pero eficaz mensaje que desprendía se lanzaron contra el ogro para detener su avance.

Agustín Rubín trató de acabar con el hombre que supuso que lideraba a los marineros, Bill Doors, sin embargo en el momento en que disparó contra el mercader, Godt Betalt se interpuso entre el virote y él, cayendo al suelo malherido. Bill tenía a tiro a Francisco Molinos y descargó sus pistolas contra él, dejándole KO al instante, mientras instaba a sus hombres a trepar el edificio que ocupaban los asesinos estalianos. Agustín, viéndose superado en número, agarró a su compañero moribundo y se bajó del edificio.

El Ogro dejó fuera de combate a todos sus oponentes menos a Sigfried al cual había herido. Éste sin embargo dio una certera estocada a la criatura, que quedó tendida en el suelo gritando de dolor.

Los goblins siguieron disparando contra la muchedumbre hasta que ya no quedó prácticamente ninguno por su zona, tenían la vía casi despejada para ir a por la bruja.

Los Marienburgueses por su parte también habían acabado con la mayor parte de la oposición y habían conseguido echar a Agustín de su puesto, por lo que estaban a punto de ir a por el resto de los estalianos cuando de pronto, a sus espaldas se escucharon dos ensordecedores disparos.

Los Mangas Verdes habían llegado, y un rezagado Godt Betalt y un marinero habían sido sus víctimas, no mortales, pero sí heridas de gravedad.

El caos de la batalla estaba en su punto álgido cuando de pronto Zacarías sintió una gran calidez a su espalda, quizás ya llevaba tiempo así pero sólo se percató en aquel entonces. Se dio la vuelta.

Y la volvió a ver. El rostro de Ygritte no había cambiado, ni tampoco su cuerpo. Ni un solo grito al sentir las lenguas de fuego arremolinarse a su alrededor, sólo una mirada severa clavada en el inquisidor. El tiempo pareció detenerse unos instantes mientras el olor de la sangre, el sudor y el humo se dispersaba en el aire. Mientras se seguía oyendo el entrechocar del acero y los gritos de dolor de los hombres y monstruos, a veces indistinguibles los unos de los otros. Pronto, ante la atenta mirada de Zacarías el fuego se tragó aquel enigmático rostro, con él desapareció todo rastro de la figura de la bruja y en su lugar se irguió una columna de fuego que apenas se estremecía ante el azote del viento. Volvió la espalda a la pira y dio el grito de victoria. Los guerreros de las distintas facciones giraron su mirada hacia el inquisidor y pudieron, ver su semblante sombrío y su figura ennegrecida por el contraste de las brillantes llamas a su espalda. Ante éste panorama estaba claro que no había nada que ganar luchando en aquel lugar y los goblins y los marienburgueses escaparon.

Según Zacarías, las circunstancias de la aparición de la bruja habían sido extrañas, así como también su muerte, por lo que dijo que era su deber verificar que el mal había desaparecido. Escarbando entre ascuas y cenizas, una ennegrecida osamenta confirmó la defunción de la criatura. Aliviado pero con una marca de consternación en su rostro, dio la espalda a la pira. Giró su mirada a los restos calcinados una última vez y siguió su camino.

No obtuvo una gran recompensa por parte de Sigfried ya que poco tenía para ofrecerle, no obstante prometió presentarle a un compañero cazador de brujas, un tipo solitario pero dedicado a su labor, con el que estaba seguro que podría trabajar sin problemas.

Los goblins no habían recibido ningún rasguño con lo que tras explorar un poco volvieron al banco abandonado que hacía las veces de su guarida. Algunos de los subordinados de Goblerick empezaban a pensar que tal vez su líder se estaba relajando demasiado. Mordak y Wik en particular parecían estar decididos a lanzar su ataque contra el pequeño tirano inminentemente.

Los marienburgueses no habían sufrido ninguna baja, lo cual era de agradecer, pero Bill Doors no estaba satisfecho con el trabajo de su ogro guardaespaldas.

"¡Si no te hubieses lanzado como un poseso hacia la pira habríamos podido organizarnos mejor! ¿Y cómo has podido perder de ésa forma contra ése cazador de brujas?"

El ogro se encogió de hombros mientras masticaba una pata de cordero tímidamente (bueno, todo lo tímidamente que puede actuar un ogro entre eructo y dentellada).

"Hemos perdido una buena oportunidad de contar con una hechicera entre nuestras filas, una poderosa además. Y seguro que también nos podría haber contado bastante sobre los secretos que alberga ésta ciudad..."

Los sobrinos de Bill le miraron preocupados mientras la mesonera de generoso busto les servía un guiso de segundo plato, una vez ésta volvió con sus jarras de cerveza llenas ya no pudieron evitar que se les fuese la mirada detrás.

"¿Y bien?" – prosiguió Bill – "¿Qué tienes que decir en tu defensa?"

"Errrmm... Pues... Ir... ir a la batalla con el estómago vacío es malo y bueno..." – el ogro comenzó a titubear al haberse quedado sin ideas y de puro nerviosismo agarró el tazón y comenzó a tragar guiso en busca de inspiración. – "Oye, ¡debería probar éste guiso! Delicioso..."

Doors se llevó las manos a la cabeza. Era inútil discutir, completamente inútil. Dirigió su mirada hacia el resto de las mesas en las que el resto de sus subordinados estaban comiendo y pudo ver con claridad más de una cara alicaída. Tras soltar un suspiro y lanzarle una mirada seria al sonriente ogro probó el condenado guiso. Era excelente, ciertamente excelente y por unos momentos todos sus problemas parecieron disolverse entre el festival de sabores de origen humilde pero exquisitos que se arremolinaban en su paladar. Y volvió a mirar a sus subordinados, advirtiendo que las miradas de la mayoría habían cambiado a un tono más optimista y muchos de ellos celebraban la calidad del guiso entre brindis y gritos.

Bill pidió a la mesonera que trajese ante él al chef, que resultó ser un pequeño y regordete Halfling. Rápidamente le ofreció pagarle el doble de lo que le pagasen en aquel tugurio si se venía con ellos, y el pequeño chef, al sentir el peso de una bolsa de oro en sus manos aceptó rápidamente.
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Drawer

Genial resumen de la situación!

Habrá que seguir con la campaña para ir avanzando en la historia jejeje

Anselmo el Setas

En breves tendré lista la segunda parte  ;)

Anselmo el Setas

Ya están subidas la segunda y tercera parte, además ahora ya todo el mundo tiene nombres, con lo que también se ha actualizado la parte anterior.

Con un poco de suerte la próxima partida será la de Quema de Brujas y volverá la Inquisición, que no hice relato de nuestro primer enfrentamiento porque la verdad es que fue un poco soso y no pasó nada interesante (aparte de que mis goblins hicieron mucho el ridículo)

Anselmo el Setas

Subida la última partida, Quema de Brujas. El relato ha salido algo más largo de lo habitual porque había que reintroducir a una banda que llevaba mucho sin aparecer.

Espero que guste!

Shandalar

Como molan las historias, muy curradas!

A ver quien gana la campaña

Lo mejor son los nombres jejeje

Anselmo el Setas

Muchas gracias! La verdad es que han pasado muchas ridiculeces en las partidas que han dado mucho juego para los relatos.

Pues está reñida la cosa, los demonios hace mucho que no aparecen pero se les tiene respeto a los condenados.

Tuve que hacer un poco de censura con uno de los nombres originales de los burgueses descarriados, que si no iba a ser infumable para colarlo en los relatos xD

Drawer

Simplemente magnifica la historia

Volveran esos Tzultzistas! De hecho no han estado ociosos... A ver si tengo tiempo de hacer relato de lo que han andado haciendo XD

Anselmo el Setas

Jajajajajajaja a ver si es verdad que han estado poco activos! Tendré que ponerlos en vereda a mangualazos...

Drawer

#9
HERALDOS DEL CAMBIO - Parte I

Un extraño ser avanzaba por una oscura y estrecha galería con numerosos y recargados arcos a ambos lados. La malhumorada criatura iba refunfuñado:

"Sabía que no era buena idea... ¿¿Por qué siempre estarán estos con sus propios planes...?? ¡Y tan absurdos!  Son todos unos ineptos incompetentes... Y ahora ya el último plan... En cuanto puedan van a ver... Si no fuera por la que montaron la última vez, los dejaba como brasas ardiendo por toda la eternidad... Ese último plan... ¡¿Y estos son lo único que dispongo para volver a conseguir la grandeza que me corresponde?! Malditos inútiles..."

Una pequeña rata asomaba el hocico por un rincón, como tratando de determinar si había por ahí algo (o alguien) comestible. La criatura que refunfuñaba, sin detenerse, hizo un gesto con la mano y la rata estalló en llamas. Los restos de la rata cayeron rodando por una cañería, desencadenando una cadena de acontecimientos que depararían grandes males, para otros, en el futuro. Pese a tener pico de ave, era evidente que el extraño ser sonreía malévolamente.

La última semana, o mes, según la referencia, había sido mala, muy mala para Tvakh Am-Biarh. En principio el plan era una incursión sencilla, conseguir unas pocas almas y ganar puestos de poder, pero con Tzeentch nunca se sabe. No es fácil ser un heraldo del dios del cambio y la manipulación y que tus planes funcionen. Siempre pasan cosas extrañas y tus subordinados tienen sus propias intrigas.

En esta ocasión, Tvakh y su banda habían conseguido su objetivo, pero se habían quedado atrapados en la ciudad. Al parecer el mismo misterioso poder mágico que les había permitido aparecerse en la ciudad, ahora los retenía en ella. Aquello era peligroso, si un sucio mortal destruyera su forma mortal no tenía claro que pudiera escapar al reino del caos para renacer... Interminables siglos de maquinaciones, de sutiles intervenciones... ¿¿para esto??

"Sígueme. Hay que hacerlo ahora." – dijo Tvakh a una figura encapuchada y agazapada que lo esperaba junto a un arco

"¿Essta sseguro mi-sseñorr..?" – susurró el ser encapuchado, quien al no escuchar respuesta, se apresuró detrás.

(Continuará...)

Drawer

HERALDOS DEL CAMBIO - Parte II

El plan inicial había sido camuflarse entre los nativos, aunque claro, cuando delegas en un desquiciado demonio maquinador una tarea, hay que tener mucho cuidado con las palabras que utilizas. Las de Tvakh habían sido "Camúflanos para que jamás sospechen de nuestra demonicidad" y, efectivamente, nadie lo pensó. Simplemente fueron atacados por que iban disfrazados de un liche y sus no muertos...

Tras una suerte de hechizo que acabo con el enemigo de forma inesperadamente efectiva, se acercaron al estanque. Tskiv-Ar E'Empreh, el intocable, afirmaba que esas aguas eran claves para "la liberación", junto con un ojo de goblin (obtenido para desgracia de Ozú...).
En cuanto los demonios tocaron el estanque, se desmaterializaron y quedaron atrapados en un plano entre los reinos del caos y la ciudad maldita, un lugar oscuro donde el tiempo pasa varias veces más lento y está habitado por primitivas criaturas carentes de cualquier atisbo de inteligencia.

Tskiv se quedó mirando como el resto de la banda desaparecía, mientras era maldecido e insultado en antiguas lenguas jamás oídas por mortal alguno. Cuando el último de sus compañeros demoniacos se desvaneció, conjuró un hechizo empleando el ojo de goblin y una pluma de su líder, Tvakh, para crearse un inusual traje de carne, el cuál se puso y marchó feliz, dando saltitos sobre el destrozado pavimento de la ciudad en ruinas.

(Continuará...)

Drawer

#11
HERALDOS DEL CAMBIO - Parte III

Fue una noche oscura, a eso de las 9 de la noche, casi un mes desde la desaparición de los demonios, cuando un hombre de débil voluntad se acercó a beber al estanque y vio reflejadas en las aguas promesas de gloria y poder. 99 minutos más tarde, los 9 compañeros del hombre habían sido sacrificados en un inexplicable ritual y su alma había sido consumida.

Pese a que el encantamiento de Tskiv el intocable impedía la manifestación física del resto de demonios de la banda, el cuerpo del incauto humano era controlado por Tvakh y el juego empezaba de nuevo.

Tvakh se informó cuanto antes de los diversos rumores que corrían por la ciudad y le resultó evidente bajo que forma se había ocultado su traicionero oráculo. Hay que mencionar que para soltar la lengua a los asiduos de la taberna vino muy bien el oro conseguido de vender una pistola (maldita, no hay perder las buenas costumbres) a un tal Fumé Strike.

Un chivatazo y tres días después, Tvakh se encontraba en la plaza del Verdugo. Se encontraba entre las gentes que aguardaban la ejecución de cierta bruja que había aparecido en el último mes por la ciudad. Muchos de los presentes se extrañaron de que estuviera comenzando a nevar. Sin embargo, no era el caso de Tvakh, quien sentía el flujo de magia del coro de demonios pasando a través de él y dirigiéndose a las nubes. También se había encargado de dar aviso a ciertos grupos que podrían estar interesados en los servicios de una poderosa bruja y no era cuestión de que llegasen con la fiesta ya terminada.

(Continuará)

Drawer

HERALDOS DEL CAMBIO - Parte IV

Había habido muertes innecesarias, miembros cercenados e individuos traumatizados de por vida, es decir, todo como estaba planeado. Los últimos compases del enfrentamiento sucedían a unos pocos metros de la hoguera.

Mientras, al otro lado del fuego, oculto tras la columna de llamas, una figura cada vez menos humanoide miraba fijamente al interior.
"Tskiv-Ar E'Empreh, rómpelo o vas a arder para siempre."

Sonaron unos extraños ruidos entre el crepitar de las llamas y un plop como cuando se estalla una burbuja. La espalda de la figura que miraba las llamas se abrió en dos y dejo salir una extraña criatura con pico, plumas y tentáculos, notablemente más grande que el revoltijo de huesos, sangre y músculos que se movía a sus pies. Cogío con una mano los restos, a los que susurro malévolamente antes de arrojarlso al fuego:

"Nunca debiste haber mirado en el estanque, pero tal y como se te prometió, te creeran alguien poderoso... Cuando encuentren tus restos..."

Una gran columna de fuego se levanto e inmediatamente al lado de Tvakh apareció otro ser similar, pero algo más pequeño y con menos rasgos aviares. Ambos se adentraron en la ventisca hasta desparecer.