Inocencia

Started by Shandalar, September 25, 2016, 19:15:40 PM

Previous topic - Next topic

Shandalar

Stepanov se encontraba en su lujosa tienda examinando el mapa de la ciudad mientras sorbía un poco del mejor vodka de Kislev, un lujo que se podía permitir gracias al éxito que estaba teniendo en la Ciudad de los Perdidos. Encontrar vodka de calidad era casi imposible en los destartalados mercados que se habían formado en las afueras de la ciudad; era más fácil entrar en Mordheim y salir con vida que encontrar un vodka digno de tal nombre.

La luna del Caos tenía esa noche un color rojizo. El viento traía hasta el campamento de los kislevitas suaves sonidos provenientes de la ciudad. Si uno se paraba a escucharlos, podía empezar a discernir en ellos suaves voces, y esas voces muchas veces invitaban a cometer actos terribles. "Mátalos a todos", "Acaba con ellos", "Ahógales mientras duermen", "Mátalos o te matarán" eran algunos de ellos. Muchos habían sucumbido a la locura por escuchar estas voces y habían hecho lo que les decían; por eso lo mejor en la Ciudad Maldita era no escuchar al viento, pues solo trae muerte y locura. Como casi todo lo que sale de ella.

Stepanov estaba absorto en sus pensamientos cuando, de repente, escuchó un movimiento en el exterior de la tienda y dos de sus hombres entraron en ella. Con ellos traían a una chica, una de las mujeres más bellas que jamás hubiera visto. Era muy joven y frágil. Su piel era muy pálida y su ropa estaba hecha harapos. Su mirada reflejaba el terror que sentía y estaba temblorosa como un flan.

"Druzhina, hemos encontrado a esta chica en el camino que se adentra en los bosques. Parece como si la hubieran atacado, pero no hemos conseguido que nos diga ni una palabra. Parece aterrorizada. Tal vez no hable nuestro idioma" – informó Sergei, uno de sus Streltsi.

"Interesante. Traedle comida caliente y algo de ropa".

"Sí, Señor", los dos Streltsis salieron y regresaron rápidamente con la comida y la ropa.

Stepanov observó a la chica y no pudo evitar sentirse conmovido por su mirada inocente. Su corazón se llenó de cariño hacia ella, pues le recordaba a su hija Viktoria. Se dio cuenta de que comía y bebía muy poco y con muy poco entusiasmo; era evidente que todavía estaba asustada. El viejo soldado trató de tranquilizarla hablándole en un tono suave y cálido.

"No tengas miedo. Somos amigos. Amigos, ¿me entiendes?"

La chica le miró y, actuando como si hubiera entendido sus palabras, asintió con la cabeza. "¿Cómo te llamas?", preguntó Stepanov.

"Mara, yo Mara", respondió la dulce voz de la chica. El Druzhina respiró aliviado. No podía reconocer el acento, y en esa ciudad había gente de todas partes, pero al menos era posible comunicarse con ella, entendiendo su regulero reikspiel.

"¿Qué te ha pasado? ¿Dónde está tu familia? ¿Y tu madre y tu padre?".

Con sus inocentes ojos muy abiertos, respondió: "Granja... monstruo... morir, todos morir. Mara no morir", y empezó a llorar sollozando violentamente.

Stepanov se conmovió y la abrazó para consolarla hasta que dejó de llorar. Después pareció dormirse, exhausta. El Druzhina decidió dejarla sola para que descansara. Salió a la rojiza luz de Morrslieb y llamó a uno de sus lugartenientes. "Yuri, que los hombres levanten una tienda para nuestra huésped y dobla el número de guardias esta noche. La chica ha dicho algo sobre un "monstruo" y me temo que una de esas criaturas malignas de la ciudad haya conseguido salir y atacar las zonas cercanas. Parece ser que es la única superviviente".

"¡Inmediatamente, Señor!".

Y llegó la medianoche.

El Druzhina se despertó de repente a causa de un terrible grito que rasgó la oscuridad. En un instante, ya estaba fuera de la tienda con la espada preparada. ¿Dónde estaban los guardias y por qué habían permitido que se apagaran las hogueras? Oyó más gritos procedentes de la vieja granja que servía de barracón a su banda y corrió en esa dirección. Habían tenido mucha suerte encontrando esa granja abandonada, pues les incomodaba tener que vivir en tiendas de campaña o en alguno de los infectos campamentos de los alrededores de Mordheim. Entró en la casa con mucho cuidado y, a la tenue luz de los braseros, comprendió que había llegado demasiado tarde. Sus guerreros estaban muertos. Todo estaba manchado de sangre y señales de lucha.

Algunos cuerpos, con el cuello desgarrado, todavía yacían en sus camas. Otros yacían en el suelo, destripados y desmembrados aparentemente por las garras de una criatura con una fuerza increíble.

"Un Troll", pensó Stepanov. No, imposible. Una de esas criaturas no podría haber entrado en el campamento con el suficiente sigilo como para sorprender a sus veteranos guerreros en la cama. Entonces, ¿Qué criatura había causado esa masacre? ¿Cómo se había infiltrado sin hacer ningún ruido? ¿De qué manera podía enfrentarse a ella? La mente del Druzhina estaba dominada por el miedo y la rabia mientras las voces en el viento intentaban hacerle perder el juicio, bombardeándole de ideas perversas. Gracias a eso otro pensamiento le golpeó como un martillo: ¡la chica! Tenía que proteger a la joven.

Empezó a correr hacia su tienda, pero la encontró vacía. ¿Dónde podía haberse metido? De repente, escuchó una nueva serie de gritos procedentes de los bosques cercanos. Algunos de los guardias todavía seguían luchando y una de las voces era claramente femenina. ¡Ella estaba allí! Stepanov llegó al lindero del bosque, donde pudo ver claramente una antorcha encendida no muy lejos delante de él. Se dirigió hacia la luz y casi tropezó con el cuerpo sin vida de uno de los guardias. La chica estaba recostada sobre un árbol con una flecha atravesándole el hombro. Sus ropas estaban cubiertas de sangre, pero seguía viva, que era lo más importante. "Mátala", "Atraviésale el corazón", "Córtale la cabeza", los susurros enloquecedores de la Ciudad de los Perdidos seguían aguijoneando el raciocinio del kislevita, pero éste siguió ignorándolos.

Ella miró a Stepanov con esperanza y alivio mientras él se aproximaba con cautela; pero, de repente, sus ojos se fijaron en algo por encima del hombro del Druzhina y gritó: "¡Detrás de ti!". El kislevita se giró, preparado para luchar y dispuesto a dar su vida para proteger a esa inocente criatura del terrible monstruo que había masacrado a sus hombres. Sus ojos escudriñaban la oscuridad en busca de la bestia cuando otra voz habló justo detrás de su oreja. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Era la voz lánguida y sensual de una mujer adulta, pero había una connotación maligna y una nota de ironía en su tono: "He dicho que estaba detrás de ti..."

Esas palabras, y las burlonas voces que viajaban con el viento desde la Ciudad de los Perdidos y se mofaban de que no las hubiera hecho caso ("Te lo dijimos", "Ahora morirás", "Muchos más vendrán detrás de ti"...) fueron los últimos sonidos que el Druzhina Misha Stepanov de Kislev escuchó. Morrslieb siguió brillando, quizás un poco más roja que antes si se la miraba bien.

Anselmo el Setas

Me gusat, le da un poco de protagonismo a los olvidados kislevitas  :'(

Drawer

Que guapo el relato! Me ha gustado mucho

Me parece muy adecuado para el reglamento. Para alguien que sepa de que es disfruta con los detalles; alguien que no se pone bien en situación

PD: Al final, aunque he tardado me lo he leido eh? :P
Y en cuanto pueda va el otro XD

Shandalar

Jajajaja me alegro de que te guste!

Cual te falta?

Drawer

Pues me faltan Hoy puede ser Ese Día y El Poderoso Clan Moulder, voy a mi ritmo xD